30 de julio: han pasado dos meses y 12 días
desde tu partida. Yo siento que fue ayer, y a la vez, que han pasado años. No
hay medida de tiempo para el dolor.
El día que cubrimos tu cuerpo de tierra,
llegó “Chepe Luis”, tu papá. Un hombre alto y de apariencia muy sana, más
conservado que tu madre. El pidió la palabra y se presentó como tu padre, casi
no entendí sus palabras, pero a mí me dolía verlo allí porque pensaba que el
cuadro debía ser al revés, por un simple orden de las cosas. Y porque sé qué él
era en una gran medida, la razón de tus tristezas de la vida.
En medio de eso, "Chepe Luis" contó muy
orgulloso que había sobrevivido a 4 infartos, al alcoholismo y luego hizo una
breve prédica. Le observé, de él heredaste la nariz, las manos y la voz. Ah! ¡Y
el gusto por el buen beber!
Cuando fui con tu hermano a lo del
homenaje póstumo me escribió al caer la noche: tu padre había fallecido de un
infarto. No sobrevivió al quinto. Como ese día había llorado tanto, tenía
migraña y no tenía ánimo para ir a su vela y acompañar a tu familia. Tampoco
fui a su entierro pues no podía pedir nuevamente permiso laboral.
En abril planeamos buscarlo, no se dio. Pero
lo conocí y luego lo veía a diario por el parque Libertad, no era difícil de
ver si era tan alto que sobre salía por encima de los demás, así pasé los
siguientes dos meses después de tu muerte. Ahora ya no le veré. Si lo ves, podrás preguntar como Jeff Buckley
“What will you say, When you see my face?¨
post 38: Mincho y Tomás
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