miércoles, 7 de agosto de 2019

36. De homenajes y otras faenas


Había días que me decías que estabas harto del periodismo, que este país se había ido a la mierda. Te angustiaba que tus colegas no les iba bien en las grandes empresas informativas y otros habían perdido la pureza por razones políticas. Los temas sociales y culturales que te encantaban de pronto ya no.

Otros días me escribías para discutir una lista de posibles temas y además te emocionaba que te enviaran trabajos artísticos (artes visuales y plásticas, sobre todo) para poder escribir sobre ellos.

Personalmente, admiraba el brillo de tus ojos cuando teníamos estas pláticas. La tristeza desaparecía. Fuiste un gran entrevistador, aunque te quejabas que te editaban con el trasero.

Te conocí trabajando para Contrapunto, hace más de 10 años y me encantaba que me buscaras para apoyarte/ orientarte en enfoques, fuentes y opiniones. Lo malo era el extremo respeto con el que me tratabas (según vos por ser “fuente” y “abogada”) pero con el tiempo y gracias a las pláticas sobre el arte y la música, la distancia se fue cortando.

Había épocas que solo sabía de vos por lo que publicabas, en el Diario de Hoy, en el Faro etc. Simplemente, leía lo que llevara tu firma y no por otra cosa más que por el gusto de tu estilo periodístico.

Por vos supe lo difícil que es ser periodista independiente en estos paisitos. Y te admiré a vos y algunos de tus colegas por tirarse al mar con el flotador de Freelance como la única forma de seguir amando esa profesión.

El pasado 30 de julio la Asamblea Legislativa convocó a un foro sobre el periodismo, porque se cumplieron 50 años desde que se emitió el decreto con el que conmemora el día del periodista en El Salvador. Otorgaron reconocimiento a la trayectoria de muchos periodistas, entre ellos, tu gran amigo y fotógrafo, Paco Campos.

Me enteré porque una ex jefa tuya me contactó para que le diera contactos de tu familia ya que también harían un reconocimiento póstumo a quienes, como vos, agarraron camino.


 Tu hermano me invitó a subir a recoger el diploma en tu nombre (yo no quería, porque, aunque no lo creas, aun no puedo procesar esto). Justo pasó lo que no quería, allí parada en esa tarima con dos grandes lagrimones y recibiendo un pésame de Norman Quijano. Mientras eso pasaba, mi mente decía: de haber sido en vida, vos no hubieses venido hasta aquí, ni arrastrado para no perder imparcialidad. Hasta me sentí traicionera, pero el sentimentalismo y mi admiración por vos me ganó, y porque no decirlo, el amor también.

Desde ese día te he vuelto a llorar a diario, tuve una fuerte impresión cuando llegué al auditorio y vi en el loby tu foto, no estaba preparada. Ojalá y esa exprimidera a través de los ojos me haga perder peso, aunque sea…
Te amo siempre. -

pd. este día me enteré que tu padre ha muerto

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