sábado, 13 de julio de 2019

34.GATOS



"Los amantes fervientes y los sabios austeros
en su madurez, aman de los gatos la raza;
los gatos, fuertes, suaves, orgullo de la casa,
como ellos sedentarios y como ellos frioleros.

Amigos de la ciencia y el deleite a la vez,
al horror y al silencio de las tinieblas fieles,
los tomara el Erebo por fúnebres corceles,
si doblegarse al yugo pudiera su altivez

Al meditar adoptan las nobles actitudes
de las esfinges, que en solitarias latitudes,
en ensueños sin fin se adormecen tranquilas;
mágicas chispas brotan de sus ancas fecundas,
y partículas de oro, como arenas profundas,
estrellan vagamente sus místicas pupilas."
 (Budelaire)

Los gatos tienen –en mi vida—un gran significado. Aparecen y desaparecen en momentos claves. Cuando inicié mi relación con Tomás, recién había perdido a mi gata preferida (Malena) y hablaba con él para desahogarme. De inmediato me contaste que en tu juventud habías tenido 12 gatos, pero amabas a uno en particular, se llamaba Roger. A ese gato, otro le sacó un ojo. A los 11 restantes, según me dijiste, tu cuñada los envenenó uno a uno pues planeaba tener familia. Después de esos hechos preferiste hacer tu vida a parte. Me recalcaste que es duro ver morir a las mascotas y claro que lo es.

También me hablaste que Baudelaire uno de tus autores favoritos, él amaba a los gatos, porque los sentía “sensuales e inteligentes”, al igual que Borges y Córtazar. Pedro Aznar hizo canción del poema de Borges.   

Vos definías a los gatos como una contemplación y una pregunta sin respuesta. Yo amaba que me prestaras atención cuando te hablaba de ellos. A veces por las noches nos salíamos a fumar al patio, eran ratos en que me encantaba que me contaras de tu vida, pensamientos mirando estrellas, Hualabi en medio y algunos gatos pasaban para nuestra fortuna nocturna.  

Cuando te enseñé al gato que más consiento, Copo, me dijiste que era muy parecido a Roger y te lo recordaba mucho.

En marzo cuando comencé a “pre sentir” que algo no estaba bien con vos, sentía una gran angustia y terminé adoptando a Milo, un pequeño gato callejero muy cariñoso y dócil. Al verlo pienso en vos: es un gato amigable con los demás gatos, un poco loquillo y travieso y cazcorvo. Él y Chavela, cuando me escuchan llorar se suben a mi pecho y se acuestan allí. Copo se va a mis pies. Han sido grandes compañeros en esta travesía de aceptar tu ausencia en lo que queda de mi vida.

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