El lead de esta entrada es difícil. Hoy es domingo 19 de mayo del 2019 y hace una semana, es decir el 12 de mayo, me llamaron para avisarme que Tomás había muerto.
Sentí la peor estocada en el pecho deslizarse profundamente hasta el estómago. Lloré sin parar aproximadamente tres horas encerrada en mi cuarto porque no sabía a quien reclamar o patear y el aire me faltaba.
El sentido de escribir este blog, es la necesidad de expresar con las palabras el dolor, es transformar el mar pesado que llevo dentro y me brota por los ojos y en palabras que no puedo decir, más bien sólo puedo escribir.
No puedo poner diques a este mar, pero me ahoga y aunque soy bailarina, mi relación con Tomás era por las palabras:
Lo conocí hace 10 años, pero estuvimos juntos sólo 10 meses.
Tomás fue periodista, irreverente, tímido, poeta. Vino a este mundo a escribir palabras serias, chulas, retadoras, coquetas, imprudentes, tristes. Así lo conocí y así lo extraño. Coincidimos muchas veces sin saber y muchas veces sabiéndolo. Jamás nos atrevimos a dar ningún paso, por respeto mutuo. Pero nos encantaba el arte y leer.
En esos 10 años, lo leía y me leía. Me pedía apoyo como fuente periodística, pues en ese momento trabajaba como abogada especializada en derechos humanos en el IDHUCA y él, un periodista muy prometedor en CONTRAPUNTO con Juan José Dalton.
Era lectora asidua de sus artículos (entrevistas) que se publicaron en los medios en los que trabajó. Aunque eramos lejanos en estos años, de vez en cuando, me deslizaba un link por el chat. Descubrimos que teníamos algunas afinidades musicales.
En los últimos 10 meses fuimos cómplices en temas e investigaciones, amigos lejanos y en este último tramo, ya libres de temores fuimos pareja. Las cosas se dieron así. En este último transe, él se sentía fuera de este mundo y yo muy inmersa en él, como si nos dirigíamos en direcciones contrarias pero teníamos la gran intuición que "este era nuestro tiempo" y por eso decidimos vivirlo.
Allí nos confesamos y corroboramos que siempre compartimos esencia, siempre sintiendo un profundo respeto mutuo. Creo que nos enamoramos fácil (una sagitariana con un acuariano), y descubrimos que el amor es un asunto que radica en aceptarnos, nunca nos juzgamos, ni un ápice. Y así todo llegó de golpe.
Estos meses, se preparó para el final (yo lo sabía y a la vez no) y yo le acompañé, le di lo mejor que pude: le escuché, lloré y reí con él. Nos confesamos historias muy profundas, a veces no dormíamos, me encantaba escuchar sus historias de amores pasados y sus pasadas muy peculiares de sobrevivencia.
El ¨Chino" como le decían sus amigos, me dijo siempre que conocía su destino, yo sabía que era un alma herida, por eso me cantaba "Al lado del camino", aludiendo la letra de canción de Fito Paez:
"Si alguna vez me cruzas por la calle
Regálame tu beso y no te aflijas
Si ves que estoy pensando en otra cosa
No es nada malo, es que pasó una brisa
La brisa de la muerte enamorada
Que ronda como un ángel asesino
Mas no te asustes siempre se me pasa
Es solo la intuición de mi destino"
Personalmente, confieso que llevaba años sin enamorarme y vaya qué puntería de mierda la que tuve. Espiritualmente, sé que todo tiene un sentido y quizá así tenía que ser: yo le dí lo mejor de mi y el me dio lo mejor de él, en este tiempo. Viví un amor bonito, largo y a la vez tan breve. Se qué años antes no hubiese resultado y después, no se hubiese podido. Estuvimos siempre en el camino sin mezclarnos viviendo la vida, pero este fue nuestro tiempo.
El amor que ahora queda no se por donde filtrarlo y como a mi me encanta escribir, lo haré así. Y linkearé de manera consecutiva cada siguiente post.
Un beso al cielo cabezón.
*Me nombró Claury (que fue su forma de conjugar Claudia María)
*la foto me robé de su blog, No sé si es de Omar Carbonero a quien no conocí pero era uno de sus cuate y gran fotógrafo que no llegó a presentarme.
POST #2 "Dos duelos, más que un té"
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