lunes, 20 de mayo de 2019

4. La mar (yemayá)

"No me siento perdida
es sólo que no sé donde termina el mar que llevo
 adentro
y a veces me ahogo"

Elvira Sastre


El viernes 17 llevaba el mar adentro y se desbordaba. ¡lo juro! me quería morir. Me daba mucha pena llorar en mi trabajo, pero no podía dejar de llorar y reprimir a ratos. Todos estos días he tenido al mundo a raya, es decir, no hablo con nadie, no permito a nadie que se asome, solo me he soltado con mi hija y con Cé (mi amigo, maestro de danza, hermano y guía). Ambos mis grandes pilares. Mi madre me dio el pésame y mi padre se quedó mudo, pues nunca se los presenté. 

Cé me guió.

Salí a as 4:00 del trabajo, me fui al puerto de La Libertad, pasé comprando una sandía y se la llevé al Mar. 

Sí al Mar.

Sentí la profunda necesidad de llorar con mas o toda la libertad. No me fui a la playa, no quería arena, sentí por primera vez, la necesidad del mar profundo, de un mar que marea, que da miedo, que llama. 

Entonces, me fui al final muelle. 

Resulta que el mar estaba en un proceso de mareas muy altas, me fui al final para verlo y sentirlo de frente, me mareaba; me llevé tus fotos, puse tus canciones --con las que te venías despidiendo--: "Me dejó marchar" de Coque Malla, "Haleluya" en la versión de Jeff Buckley, "Siento a veces miedo" de Diego Vasallo. Las que me pusiste mientras me cocinabas y llorabas. Era, sin duda, una premonición. y por eso lloré más al escucharlas (lloré desde las entrañas).

Abracé la sandía con mucho dolor,  te sentí conmigo y rogué  luz para vos, no te quiero en  las sombras y quiero que te vayas en paz, nuestro tiempo fue corto pero hermoso. Cuando me sentí preparada, arrojé la sandía al mar como una ofrenda por mis ruegos.

La sandía se fue, flotando, mar adentro. La sentí recibida. El día estaba por terminar, un poco nublado y el sol a mi espalda. Comencé a sentir paz, ya no pude llorar, la sandía se llevó la presión que tenía en mi pecho. Estaba concentrada mirando la trayectoria de la fruta cuando me dio por mirar al cielo, esto es lo que había:


Dos nubes que reflejaban al sol y a la vez se reflejaban en el agua, fue hermoso. Soy muy dada a los significados y me pareció que, después de la muerte, Tomás me sigue dando mucho. Pedí luz y quiero que te vayás en paz.

Esta fue una de las experiencias más dolorosas y a la vez más reconfortantes que he vivido. Y agradezco a César por su guía.

Como nota adicional, en el puerto habían pescadores, me miraban llorar y abrazar una sandía y sin duda pensaron que estaba loca. Pero también porque creo que me miraba fuera de mi, con los ojos rojos e hinchados, posiblemente pensaron en intenciones suicidas (aunque no era así), uno estaba cerca con su caña y me miraba continuamente. Cuando arrojé la sandía se asustó y le miré para que se tranquilizara. Me hubiese gustado rentar el puerto solo para mi rutual.

Por qué hice esto? existe dentro del sincretismo religiosos latinoamericano (gracias a la diáspora africana) una Orisha o santa que se llama Yemaya y habita en el mar, una mujer que viste de azul, para los católicos es la virgen de candelaria.  No profeso religión, pero me gusta la espiritualidad que viene de África. En sur américa muchos le llevan sandías y piden favores. Yo necesitaba dos cosas: entregar un poco de dolor y llanto y pedir luz para mi amor. Luz para este camino. y lo encontré, volví a la ciudad distinta y ha sido la primer noche en descansar.

Claury.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El disfraz de los impulsos

El pasado 19 de junio, por fin, tu deseo de ser publicado, leído se cumplió. Jorge Avalos, a solicitud de tu hermano editó tu trabajo y acá ...