En febrero me llevé un cactus a tu casa, pero
antes de llegar accidentalmente lo destrocé y aunque lo puse en tu mesa no
sobrevivió. En la pequeña maceta puse un rótulo en sustitución del cactus: "te amo".
En marzo tuve la
intención de hacerte un regalo: una planta. La compré y estaba por dártela cuando una
amiga me la vio me dijo que era venenosa si sus hojas se comían en grandes
cantidades. Pensé que no era conveniente llevártela por Hualabí (tu perrita), pues
si algo le pasaba no me ibas a perdonar jamás. Para semana santa la olvidé en la
oficina y al volver estaba muerta, seca y reducida a nada.
Me sentí mal porque lo que quería era darte un regalo de una vida, una compañía más y un aliento a sobrevivir juntos, su muerte me dio más desconcierto con esa intención original.
A finales de abril me percaté que la planta
había renacido y para entonces, vos estabas muy mal. Comencé a cuidar esta planta
como un simbolismo, vos decías que mala hierba nunca muere, y la verdad es que
no sé cómo hacías, pero de cualquier hoyo en la vida salías.
Finalmente, me he quedado con ella y nunca llegué
a dártela y cada día crece y se pone hermosa, le hablo de vos, aún está en una maceta, lo cual me parece un concepto errante. Creo que anhela la tierra. Tengo un destino para ella, quiero sembrarla cerca de tus huesos.
Te amo siempre.-
Y bueno, post 13; un viaje a México una búsqueda de un poeta del pueblo Jose Alfredo Jímenez
Y bueno, post 13; un viaje a México una búsqueda de un poeta del pueblo Jose Alfredo Jímenez
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